Autor JOSE TIBERIO CASTELLANOS
Creo que eso deseamos todos. Pero me parece que la cosa no termina necesariamente ahí: "los niños, separados de sus padres, lloraban" y ¿ahora volverán al seno de su familia?.
Pero ¿De qué familia? y ¿Dónde?.
Estos niños y uno de sus padres, generalmente la madre, eran integrantes de la famosa Caravana. Habían salido de Honduras o El Salvador y recorrieron, de Sur a Norte, todo el país mejicano, hasta la frontera Sur de EEUU.
¿Llegaron todos a Puebla enganchados arriba de ese Tren de la Muerte? No lo creo. Esto ya de por sí es una autoinflingida gran crueldad, para los mayores. Entiendo que los niños y sus padres venían dentro del tren. No puedo imaginarme otra cosa. Para esto, esas familias o algunas de ellas traian su dinerito. No mucho, por supuesto, pero me parece haber escuchado hablar de Ocho mil dollares para una de esas familias. Es que ya sabían que tenían que pagar a algunos funcionarios, a otros que no eran funcionarios, a coyotes, etc. además de otras necesidades.
"Bueno, el asunto es llegar al Puesto Fronterizo; uno se entrega a las autoridades; pide asilo por equis circunstancia; lo
ponen a uno aparte y lo encarcelan provisionalmente; le asignan un juez; en fín, todo sale bien al final. Estos gringos son muy ricos y muy generosos o muy bobos. Y además, nos necesitan a
nosotros para un montón de trabajos que ellos no saben o no quieren hacer".
Esto fue así, hasta hace poco. Pero, últimamente las cosas han cambiado algo.
El llanto de los niños ha movido a compasión a muchos. Pero las leyes son las leyes. Sólo el Congreso puede modificarlas.
Por ahora, terminará el llanto de los niños. Ciertamente, algo se ha coneguido.
Un abrazo,
Tiberio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario