Autor FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES |
Cuando se analiza el entramado de corrupción implantado en base a sobornos y multimillonarias sobre evaluaciones en las obras del Estado, a favor de un grupo de políticos y empresarios corruptos, se entiende porqué no avanzamos como nación, pese al crecimiento económico del país.
Comprendemos porqué el Gobierno continúa endeudándose, no obstante a las advertencias de economistas e instituciones independientes. Entendemos también porqué para ampliar los servicios del 911 hay que sacrificar a la población con nuevos impuestos a las telecomunicaciones.
Se entiende porqué hay en el país 56 hospitales cerrados indefinidamente para reparación o reconstrucción, mientras los enfermos deambulan entre los pocos que dan servicios en medio de precariedades y conflictos del personal médico y paramédico.
Comprendemos porqué, no obstante, a la asignación del 4% del PIB a la Educación, con frecuencia los pequeños y medianos empresarios que suministran los alimentos a las Tandas Extendidas, tienen que amenazar con suspender el servicio para que les paguen.
Se explica porqué el Estado carece de recursos para pagar sus deudas y aumentar el miserable salario mínimo de los empleados públicos, y pagar modestas pensiones a trabajadores que, como los cañeros, entregaron los mejores años de sus vidas a la producción azucarera.
Entendemos porqué muchos legisladores “representantes del pueblo” exhiben injustificables fortunas y se pasean orondos por nuestras calles en vehículos tan lujosos que representan una afrenta a un pueblo carente de trabajo, salud, educación, seguridad y transporte adecuado.
Comprendemos porqué, independientemente de los resultados del proceso judicial contra un grupo de funcionarios, legisladores, dirigentes políticos y empresarios, la población perdió la confianza en un sistema político desacreditado por quienes estaban llamados a preservarlo.
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