POR FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES |
En contraposición al cacareado crecimiento de la economía del país, existe una inmoral inequidad contra la clase trabajadora a la que se mantiene en la miseria con la complicidad del Gobierno que, al igual que los empresarios, debe aumentar su salario mínimo.
Todo el mundo, salvo los empresarios (con honrosas excepciones), está de acuerdo con la necesidad de un aumento salarial, y hasta el Gobernador del Banco Central, Frank Valdez Albizu y el Ministro de Trabajo, José Rafael Monchy Fadul, se han manifestado reiteradamente en ese sentido.
Pero llegada la oportunidad, con la decisión del Comité Nacional de Salarios de refrendar un aumento del 20 por ciento al salario mínimo de los trabajadores, el Ministro Fadul titubea ante las exigencias de los patrones para que se divida el aumento en dos etapas y se reclasifiquen las empresas.
La mentalidad arcaica y explotadora del empresariado dominicano quiere salirse, como siempre, con la suya, buscando pretextos para evitar un aumento que hace tiempo debió hacerse ante el desmesurado incremento del costo de la vida que afecta a todos los dominicanos por igual.
Aun con el aumento del 20 por ciento al salario mínimo de los trabajadores mejores pagados, éste no alcanza a cubrir el costo de la canasta familiar que ronda los 28 mil pesos, pero eso importa poco a quienes viven como reyes en un país ahogado por la corrupción, la impunidad y la delincuencia.
El Gobierno, ante la actual coyuntura de las negociaciones, tiene la oportunidad, vía el Ministerio de Trabajo, de asumir una gran responsabilidad social a favor de la clase trabajadora o seguir en contubernio con los insaciables y mezquinos empresarios dominicanos.
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