POR FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES
La situación del presidente Danilo Medina es incómoda desde cualquier ángulo que se vea. El silencio ha sido su mejor aliado porque como buen estratega sabe que hay momentos en los que callar es la mejor respuesta y el accionar, el mejor discurso.
Trabaja sin descanso, y cumplió, aunque parcialmente, su promesa de llevar a la justicia a los implicados en el expediente de la Odebrecht. Los demás podrían caer en la medida que el juicio se desarrolle.
A lo interno de su partido se han acentuado las diferencias a tal punto que muchos quisieran su fracaso por temor a que aspire nuevamente en el 2020, y por dar luz verde al Procurador en el caso de la Odebrecht.
Esta medida, adoptada por aparente presión de los EE.UU. y del Movimiento Verde contra la impunidad y la corrupción, no suscitó el respaldo ni el impacto que se esperaban, dejándolo en un limbo político.
En el PLD hay mucha inconformidad por los miembros sometidos a la justicia y en el ámbito popular se le acusa de ser parte del entramado de corrupción de la Odebecht en lo concerniente a Punta Catalina.
Incluso, las afirmaciones de su ex ministro de Industria y Comercio, Temístocles Montás, de que si bien recibió fondos del representante comercial de la Odebrecht, Ángel Rondón, los utilizó en las campañas presidenciales de Medina del 2012 y el 2016, fortalecen esa versión.
Así andan las cosas en el caso de la Odebecht y se espera que surjan nuevos elementos a lo largo del proceso que pudieran comprometer a otros legisladores, funcionarios y quién sabe, si hasta al propio presidente de la República.
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