POR FERNANDO RODRÍGUEZ CÉSPEDES
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El preocupante tema de la constante invasión pacífica haitiana a nuestro territorio, ha pretendido desplazar de la agenda nacional el expediente de los sobornos de la firma brasileña Odebrecht, caso emblemático llamado a marcar un hito con la lucha contra la corrupción en el país.
Es notorio el esfuerzo de sectores interesados en exacerbar los sentimientos patrióticos de las masas populares para desviar la atención del tema y de paso presionar para que no sea renovado el Plan de Regularización de Extranjeros que vence el próximo lunes 17.
Las masas despertaron del letargo en que la mantenía hábilmente sumergida la clase política dominicana, mientras ésta se enriquecía impunemente a expensas del erario, manteniendo en la pobreza y el subdesarrollo al pueblo dominicano.
Ese despertar es irreversible y la Marcha Verde constituye su legítima expresión, pese a los esfuerzos que han desplegado los estrategas del gobierno y su amplia red de informadores para desacreditarla y provocar desavenencias entre los distintos integrantes y voceros del Movimiento Verde.
El pueblo es consciente de que está frente a una oportunidad de oro para propiciar el desmantelamiento de grupos de poder que han impedido que los gobiernos posteriores a la caída de Trujillo, salden la deuda social acumulada con los más necesitados.
Forzado por las circunstancias y el alcance internacional del caso Odebrecht, el gobierno inició un cuestionado proceso legal contra una parte de los implicados en el entramado de corrupción de la firma brasileña. Le toca al pueblo mantenerse vigilante para que, sin eufemismo, caiga todo el que tenga que caer por su participación en esta develada estructura mafiosa que tanto daño ha ocasionado al país.
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